Barry Hoch estaba de pie cerca de la jaula, sosteniendo un racimo de uvas verdes con una mano y metiendo un trozo de fruta por los eslabones de la cadena con la otra.

El oso sacó la lengua, aceptó la comida con avidez y gruñó pidiendo más.

"Aquí tienes. Aquí tienes", arrulló Hoch, de 65 años, al corpulento mamífero.

Para Hoch, es una tarea cotidiana. Él y su mujer, Barbara, tienen a Jakie, una hembra de oso negro americano de 350 libras, en su patio trasero de Earl Township desde hace 25 años. Read More

Por Laura Newberry
Águila lectora